viernes, 21 de agosto de 2009

Es un estafador profesional. Ganó todos los trofeos en mentiras. Se guardó miles de sonrisas en el bolsillo, y un sinfín de lágrimas que lo hacían sentirse ganador. Gracias a su soberbia y ego subió cada vez más hasta estar en lo más alto. Tiene una asquerosa perfección. Sus ojos te atrapan. Su mirada te hipnotiza. Su sonrisa te hace temblar.
Te sube en sus brazos hacia lo más alto, espera a que recolectes sueños e ilusiones, y te deja caer. Te hace despertarte del sueño cuando tus lágrimas chocan el suelo. Te hace creer que con vos fue distinto, que su perfección se desmoronó, que se equivocó, te atrapa una y otra, y otra vez más, hasta que las lágrimas se te secaron, las sonrisas se desdibujaron, e intentas triunfar esta vez.
Es hora del juicio final. Vos; la víctima, y el estafador dan todo por salir triunfando. Hasta que él busca tus peores puntos débiles, defectos y los pone en juego. Todos en la sala se convencen de que la víctima, no es más que el culpable. Hasta vos mismo, ¡la propia victima! , te crees sus maniobras, y te crees el culpable de todo.
Otra vez más el estafador, ganó jugando sucio. Otra vez más te vendió una vida llena de sonrisas, una vida perfecta, y cuando comenzaste a vivir solo encontraste lágrimas.

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